Cuando era niña me imaginaba que me hacía pequeñita hasta poder caminar entre el pasto como si fuera una selva. Asi estaba protegida del mundo y de las miradas y podia andar por ese mundo sola y libre.
A mi madre le gustaba cultivar plantas, y cuando pudimos tener un jardín, nuestra vida se inundo de verde. El pasto, los árboles, las flores vinieron a ser parte de la familiaPor las tarde, mi madre regaba su jardín a la luz naranja del crepúsculo.
En otono, recogíamos las hojas muertas, amarillas, ocres, negras, anaranjadas.
Cuidábamos con amor ese jardín con sus árboles y plantas.
Un día nos regalaron un Colorín y lo plantamos en medio del jardín.
Así pasó el tiempo hasta que un día tuvimos que dejar esa casa…
Hoy en día, cuando pasamos por esa calle lo único que queda es una pequeña plaza y el Colorín en el centro con todos nuestros reucerdos.
Entonces lo saludamos de lejos y él nos responde agitando sus manos rojas.
Norma
(regreso)